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LA UTILIDAD DE LAS MATEMÁTICAS
El temor a las matemáticas y a ese cierto misterio que las envuelve trasciende a las instituciones de enseñanza e invade a la sociedad; se trata de un fenómeno cultural que está en el medio ambiente como "miedo ambiente", y se hereda de una generación a otra. Se cree que sólo algunos elegídos pueden penetrar en ese círculo sagrado, y que aquellos que tienen facilidad para las demostraciones o para la resolucion de problemas son unos privilegiados o una especie de brujos.
A los locutores de televisón, periodistas o cantantes populares se les escucha reconocer en público, y sin rubor alguno, que son o fueron "malos" para las matemáticas; y lo dicen casí con alegria, como sí estuvieran orgullosos de esa faceta de su ignoracia, como si quisieran expresar que han triunfado en la vida y no han necesitado de ellas.
En la mente de algunos, lejos de se una herramienta poderosa y una disciplina formativa, las matemáticas constituyen una suerte de un mal necesario. Así, vemos que sus métodos y técnicas son poco utilizadas en las asignaturas terminales y en las tesis universitarias, y que algunos planes de estudio tratan de aligerar la carga de esta materia para hecer carreras más fáciles o "atractivas".
Por otra parte, hay un gran divorcio entre las matemáticas como ciencia y la apreciación común que se les tiene. Las personas suelen ignorar que están presentes en sus actividades cotidianas: los números de cuentas bancarias contienen un llamado digito verificador que se obtiene por un sencillo algoritmo que disminuye de manera extraordinaria la posibilidad de error; para que funcionen los modernos aparatos de tomografia computalizada, algunos matemáticos tuvieron que resolver un problema de los que se denominan inversos con técnicas de ánalisis funcional avanzado.
Ante los tropiezos y angustias de los estudiantes, muchos profesores han optado por enseñar procesos formalmente eficaces, pero que no son otra cosa que repeticiones de memoria. Ese es el problema fundamental. Un estudiante de primaria puede no saber a profundidad por qué, para sumar dos fracciones con diferente denominador, hay que reducir a un denominador común; pero aprende a hacerlo y va aprobando los exámenes. Asimismo, un preparatoriano puede no entender bien por qué hay que poner la variable en el denominador en los problemas de bombas para vaciar una alberca, pero lo resuleve mecánicamente.
Algunos profesores enseñan a resolver lo que se llaman "problemas tipo". En cada nivel, los estudiantes mecanizan tres o cuatro procedimientos y pasan los examenes por que se enfrentan a preguntas similares, de manera que todos, padres, docentes y alumnos, se hacen ilusión de que estos últimos aprenden matemáticas, cuando lo que se hace es ir matando la esencia de la disciplina, y se cae en un circulo vicioso porque, cuanto más avanzado los alumnos, los maestros se sienten más necesitados de enseñar recetas para que aprueben, y muchas veces lo hacen sin darse cuenta. De esta forma, le trasladan el problema, empeorando, al profesor del nivel siguiente, y así sucesivamente.
Pero, ¿es que los profesores universitarios de matemáticas sólo enfrentan un problema creado por otros? Tampoco es el caso. Estamos lejos de la perfección y, si hay un culpable principal de esta situación, somos los maestros de todos los niveles.
El problema con las matemáticas es cultural, social y a todos corresponde solucionarlo.
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